Silencios otorgados

En un renacer crepita la vida, y en vida: renaceré

Parece de día, tu nombre es la noche, mi cobijo destartalado. Soy yo esa querencia tras la página que más tarde recuerdas (aunque no en el momento), un ardor en la punta de la lengua. Me figuro bajo capas de papel, amortajado hacia la dulce placenta de una aspiración entre dolor, conjura este episodio un alumno que cree que las tizas siguen en alguna parte pintando nubes y que tras ellas los soñadores van descalzos.

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