Silencios otorgados

En un renacer crepita la vida, y en vida: renaceré

Sin firma

Las sombras me están esperando. El diálogo del viento quiere alborotar mi pensamiento. Quiere desconsiderar mi situación, esa conquista en la que he dejado las armas bajo el río y sólo presento batalla para compadecerme en este nuevo episodio en que aprendo a estar solo. Supongo que era cuestión de tiempo, siempre preguntándome si de verdad merecía la pena una y otra vez, oculto en la capa de vapor extendida allá por donde dejo una incertidumbre colgada en los términos de mi compañía. No es un contrato y así lo parece. Siento haber sido un vendedor de cláusulas, empezaré a dejar impresos sin garantía alguna de esperar nada a cambio.

No me esperes: estoy yendo

La planta empieza a desequilibrarse. No es terremoto lo que tambalea, es una angustia cerrada en las células. Atar la fruta consumida por los ojos, protegerse del olor a incertidumbre con el barro ocultando la comba, nuestra manera de saltar está sin fuerzas... nadie sostiene su precio, dime si eres tú el que viene a quedarse mirando los años de las calles y ser un número más o vas a grabar tu accidente. Concluirá un guiño tu sentencia. Un silencio más pide la risa de una vida menos con la misma expresión inanimada.

Rutina, no digas más

Rutina, compadéceme y abréme no la puerta sino las cadenas invisibles que me atan. Parece el día despejado, los coches rumbo a la playa se dejan arrastrar por la arena interminable de la marea que absorbe al conductor en su propio diálogo. Vuelan sus palabras en las paredes y se vuelven gotelé, un blanco sin sangre hace de la piel goma de borrar y se pierde el discurso, se gana el vacío a sí mismo como si nada costara inventar las reglas del juego, el público de la mugre vuelve a sus asientos y aplaude con ganas temporales. Luego las grietas vuelven a cubrirse.

Mi tiempo ¿De dónde vienes? ¿Adónde vas? ¿Puedo ir contigo?
Así sucede, la continua irreflexión me dispara, coge mis razones y las deja secar, volviendo a ser arena. Lo digo, repetir se contradice de todo revolver lo dicho; accionar no es suficiente si no estás atrapado, es el sentirlo lo que observa en mí una imagen pasada, inmóvil. Debo reír más de inmenso modo y a cambio conocer en mí la prueba de mi evasión y voluntad de cerrar la brecha encendida en el absurdo paladar del tiempo.