Silencios otorgados

En un renacer crepita la vida, y en vida: renaceré

Autómata y muerte

Hoy he presenciado un atropello. El semáforo no se ha puesto en verde y como si mi vida no corriera peligro, sólo la de la anciana que ha dejado un reguero pequeño de sangre, cruzo la carretera. No he sentido pena, no he sabido sentir. El peligro se había disipado para mí. Esta indiferencia baila conmigo. Hace 2 días presencié un intento fallido de robo y me interpuse en medio luego de que la chica se diera cuenta que intentaban abrirle la mochila, ajeno a la probabilidad de que mi cuerpo pudiese sufrir algún percance. Soy un ser sin valor. Mari, te has ido hace unos pocos días, le dije a mi madre que te llamaría... Hace una semana por la noche no respondiste (y por entonces es probable que siguieras fumando) pero a pesar de ser un acto tan fácil no volví a llamar, lo postergué y ahora ya has exalado tu último aliento. Te pediría perdón por no llorar pero no sé a qué lloro cuando lo hago, si es a una tristeza profunda o a un poso de indiferencia  Voy a seguir así viendo cómo los gatos me huyen, estirando los músculos después de correr, convertido en un autómata.

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